Se
trata de la Patrona y titular, ya que la iglesia lleva esta advocación.
Actualmente no ocupa un lugar preferente.
En esta talla se observa cierta frontalidad y donde no todo está
sometido a una regla geométrica. Además, podemos observar
una curvatura de brazos, un movimiento del paño entre las
piernas y el niño está bendiciendo, lo que no deja
de ser un paso hacia formas más cercanas al cristianismo.
No se da aquí, por tanto, el dogma, sino una cierta relación
con el fiel, aunque esto se lleve a cabo sin excesos.
Por otro lado, la Virgen no aparece con un claro sentido maternal,
a pesar de que agarre al Niño y lo coloque a un lado.
Responde a las características que definen el gótico:
intento de acercamiento a un mundo sensible y la búsqueda
de una belleza ideal de las formas naturales, que son representadas
con sencillez ingenua y una exaltación del sentimiento noble
y melancólico, a pesar de que esta imagen tiene ciertos rasgos
de antinaturalismo y un rostro oval alargado excesivamente. Esto
hace que nos encontremos con una obra no muy lejos del románico
(que se continúa en parte del siglo XIII) y, por tanto, se
la puede encuadrar dentro de un gótico inicial correspondiente
a un siglo XIII tardío.
Cabe resaltar que tiene una policromía de colores muy vivos
y profusamente decorada con motivos vegetales muy bien conservados.
Por último reseñar que, seguramente, ésta sería
la imagen que ocuparía el camarín del antiguo retablo
mayor.
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Texto cedido por los sacerdotes de la villa. Se les puede leer junto
a cada imagen en la misma Iglesia.
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